La Puerta del Sol se convirtió este 17 de agosto de 2011 en una mezcla de circo, ring de boxeo e improvisado templo. La marcha anti-Papa, convocada para protestar contra la JMJ, se enfrentó a los
peregrinos que estaban en la plaza madrileña y terminó agrediendo físicamente a al menos una veintena de ellos.
Los manifestantes '
laicos', entre los que había muchos indignados,
arrancaron festivos pero llegaron al
'Kilómetro 0' con ganas de gresca y al ver a los fieles católicos que llenaban el lugar y bloqueaban en varios lugares su paso, convirtieron su protesta en una batalla.
Los peregrinos, que en unos casos respondieron a las inprecaciones y en otros respondieron adoptando actitudes piadosas, terminaron dejando el lugar tras ser insultados, pateados y arrollados, ante la pasividad policial.Todo esto ocurría sobre las ocho d ela tarde.
Durante más de dos horas los policías se limitaron a intentar interponerse -sin éxito- entre manifestantes y peregrinos y a aconsejar a los participantes en la JMJ, muchos de ellos menores de edad, que abandonaran el lugar.
Casi todos lo hicieron, pero las estaciones de Metro y de Cercanías seguían abiertas y cientos de personas que desconocían lo que estaba ocurriendo seguían acudiendo a Sol.
En ese escenario, los manifestantes insultaron de forma insistente a todo peregrino que veían, a los que era fácil identificar por su atuendo y sus mochilas.
Explica El Mundo que algunos peregrinos, sin duda asustados por el violento tono de los anti-Papa, entraron en las tiendas de ropa que rodean Sol para comprar cualquier prenda con la que poder cambiarse y disimular su condición de fieles del JMJ.
Casi tres horas después de que comenzaran los incidentes, alrededor de la medianoche, la Policía cargó finalmente contra los indignados y desalojó la Puerta del Sol.
En los altercados, se produjeros seis detenciones, después de que varios de los'indignados' comenzarán a arrojar botellas contra los agentes.
COMIENZO FESTIVO
La marcha laica -en la que participaron 8.000 personas según Delegación del Gobierno y 4.000 según la Policía Municipal- había comenzado de forma festiva.
Respaldada por
más de un centenar de organizaciones -entre ellas IU- y con estrechos lazos con el Movimiento 15-M, muchos de cuyos miembros acudieron a la protesta, arrancó en Tirso de Molina y tenía que haber cruzado la Puerta del Sol, para retornar al lugar de partida, pero al encontrarse en el
'Kilómetro 0' con los peregrinos, bastantes optaron por quedarse y enzarzarse con los fieles católicos en un desagradable toma y daca de imprecaciones e insultos.
Gritos de «pederastas», «asesinos» e «ignorantes» se mezclaban con consignas como «la juventud del Papa también se la machaca» o «vuestro Papa es un nazi».
CARGAS POLICIALES Y BOTELLAZOS
La mayoría de los peregrinos respondió gritando el nombre de Benedicto XVI a pleno pulmón, aunque hubo algunos que se enfrentaron a los indignados y les devolvieron los insultos.
Sobre las 10 de la noche, un reducido grupo de peregrinos que se había quedado en la plaza se vio totalmente rodeado y fue pateado y expulsado a la fuerza por los manifestantes.
Éstos celebraron su victoria y 'tomaron posesión' de la Puerta del Sol, enseñoreándose orgullosos del lugar sin oposición o presencia de la Policía.
Fue más tarde, viendo que continuaban las agresiones y que la protesta adquiría tintes cercanos al 'botellón', cuando los antidisturbios optaron por cargar.
La Policía no tardó en controlar la plaza y en cerrar la estación de Metro de Sol. El balance de los disturbios: 11 heridos, tres de ellos policías, y siete detenidos.
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ETA ha anunciado esta jueves el fin a
43 años de terrorismo con 829 víctimas mortales. La banda anunció a las siete de la tarde a través de un comunicado,
escrito y
en vídeo, que ha difundido en las ediciones digitales de los diarios
Gara y
Berria, el "cese definitivo de la actividad armada" sin poner condiciones. El comunicado, leído por tres encapuchados, se limita a solicitar "un diálogo directo" con el Gobierno para resolver las "consecuencias del conflicto", esto es, la situación de presos y los etarras que viven en la clandestinidad, y superar lo que llama "la confrontación armada". Con este comunicado, difundido a un mes exacto de
las elecciones del 20-N, responde a la petición que el pasado lunes le hicieron seis personalidades internacionales en una conferencia en San Sebastián y el martes la
izquierda abertzale.
Pero el comunicado de ETA es más preciso y claro que el emitido el lunes por la
Conferencia en San Sebastián. En dicho texto aparecían sugerencias, como la constitución de una mesa de partidos y de una consulta, que ETA no recoge en su texto. Con ello, ETA envía un mensaje claro y es que no se va a convertir en tutor político de nada. Sólo se va a ocupar del futuro de sus presos. Por eso no habla de disolución. Esto no sólo le da un valor inédito al comunicado de ETA. También histórico porque responde a lo que le han pedido los partidos desde la constitución de la democracia.
El presidente del Gobierno,
José Luis Rodríguez Zapatero, le dio rango histórico al final de ETA. Lo mismo hizo el ex ministro del Interior y candidato socialista,
Alfredo Pérez Rubalcaba. En una breve intervención en
La Moncloa, Zapatero, en tono emotivo, atribuyó el final de ETA al esfuerzo de todos los gobiernos democráticos, a las Fuerzas de Seguridad, a
la colaboración internacional, especialmente la francesa, a la unidad de los partidos y a la sociedad española, con un recuerdo especial para las
829 víctimas de ETA en estos 43 años.
Rubalcaba apuntó, además, que será el próximo Gobierno el que gestione la solución para los presos y clandestinos y para ello apeló a la unidad entre los partidos democráticos.
El líder del PP, Mariano Rajoy, valoró positivamente el cese de la violencia etarra y atribuyó su final a la presión política, judicial, social, lo que juzgó como un triunfo del estado de derecho. Una posición especialmente valiosa a la vista de la posición de la derecha mediática y del sector más radical de su partido.
En su comunicado, ETA considera que la Conferencia Internacional celebrada recientemente en Euskal Herria "es una iniciativa de gran trascendencia política" y que "la resolución acordada reúne los ingredientes para una solución integral del conflicto y cuenta con el apoyo de amplios sectores de la sociedad vasca y de la comunidad internacional”.
Pero diga lo que diga ETA, la suma de los factores a los que se refirieron Zapatero, Rubalcaba y Rajoy es la que ha propiciado que en el último tramo de la larga lucha contra el terrorismo, el anterior brazo político de ETA , la
izquierda abertzale,acuciada por la presión policial, judicial y social se volviera contra la banda terrorista y acelerara el final del terrorismo que ayer se consumó con el comunicado.ETA añade que en "Euskal Herria se está abriendo un nuevo tiempo político" y subraya que se enfrenta a "una oportunidad histórica para dar una solución justa y democrática al secular conflicto político". Ya en su lenguaje habitual, dice: "Frente a la violencia y la represión, el diálogo y el acuerdo deben caracterizar el nuevo ciclo. El reconocimiento de Euskal Herria y el respeto a la voluntad popular deben prevalecer sobre la imposición. Ese es el deseo de la mayoría de la ciudadanía vasca”.
Así, el pasado 7 de julio, Otegi admitió
en su alegato en la Audiencia Nacional, que le condenó a 10 años de cárcel por colaboración con banda armada, que el
atentado terrorista de la T-4 de Barajas, del 30 de diciembre de 2006, con el que
ETA rompió la anterior tregua marcó el origen del distanciamiento con la banda terrorista de su
brazo político y de él mismo. El alejamiento de la
izquierda abertzale de ETA, como consecuencia de esa ruptura del proceso de paz de 2006, ha sido el factor determinante que ha acelerado el final de la banda terrorista, materializado en el anuncio de cese definitivo de su actividad armada.
Ha sido el último y definitivo factor que ha contribuido a acabar con más de 40 años de terrorismo etarra, aunque para diciembre de 2006 ETA ya sufría un notable acoso policial, judicial, político y social. Otegi reconoció en su alegato en la
Audiencia Nacional, el pasado julio, que la izquierda
abertzale rechazaba el terrorismo porque la sociedad vasca ya no lo toleraba.
La ruptura del proceso de diálogo entre el Gobierno y ETA, con el atentado de la T-4 es el punto de inflexión que marca la aceleración del final de ETA.Pero para llegar hasta ahí, hasta ese rechazo social en Euskadi que ha obligado a la izquierda abertzale a reclamar a ETA su final, la lucha contra el terrorismo ha cubierto una larga marcha, muy lenta en sus primeros treinta años; a paso acelerado desde el 2006, y muy acelerada en los últimos dos años.
Zapatero y Rubalcaba abordaron aquel proceso con una doble intención. Tratar de lograr una paz negociada, agotando todas las posibilidades de diálogo con la banda terrorista que los pactos entre los partidos democráticos toleraban, como el de
Ajuria Enea de 1988. Esto es, separar la negociación entre Gobierno y ETA, limitada a paz por presos, de la política, que debería ser asumida por los partidos.
En caso de que fracasara el proceso de diálogo, en el que jugó un papel crucial Jesús Eguiguren, el plan B del Gobierno consistía en poner en evidencia a ETA como responsable de su ruptura para que saliera más debilitada del proceso de lo que entró.
Otegi reconoció en la Audiencia Nacional que la sociedad vasca ya no toleraba el terrorismo
El presidente del Gobierno,
José Luis Rodríguez Zapatero, pensó que el proceso de diálogo saldría adelante, porque cuando ETA llegó a él, llevaba tres años sin matar; había recibido importantes golpes de unas fuerzas de seguridad cada vez más profesionalizadas, el último de ellos con la detención en octubre de 2004 de su principal líder desde los años noventa,
Mikel Antza; la izquierda
abertzale estaba en la ilegalidad por la aplicación de la
Ley de Partidos, que entró en vigor en 2003, y tenía un rechazo social ya considerable por la unidad de los partidos democráticos vascos, nacionalistas y no nacionalistas, y por la potencia movilizadora de las organizaciones sociales vascas contra ETA.
Esta marea había ido creciendo poco a poco desde el
Pacto de Ajuria Enea, de 1988, primer hito importante en la política antiterrorista al iniciar la deslegitimación social de la banda terrorista por la movilización callejera y la unidad entre nacionalistas y no nacionalistas.
Además, para ese momento, año 2006, ETA ya tenía un contexto internacional muy desfavorable, con
el terrorismo de Al Qeda en el centro de la escena y con el
IRA, la única banda terrorista europea además de ETA, en su retirada final.
Asimismo, el Gobierno, al contrario de anteriores treguas, no bajó la guardia en el seguimiento de los terroristas, y al año de que ETA rompiera la tregua, en el verano de 2008, había puesto fuera de combate a los cinco comandos que tenía preparados para atentar. La cifra de víctimas fue la quinta parte de las que hubo
tras la ruptura de la anterior tregua, la de 1998.Con el fracaso del proceso de diálogo, el Gobierno logró al responsabilizar a ETA de su ruptura el aislamiento internacional de la banda. Con esa oportunidad perdida por ETA ya ningún país iba a pedir al Gobierno, como sucedía hasta entonces, que acabara con la banda por la vía del diálogo. Lo que se tradujo en una mayor intensidad en la colaboración internacional contra ETA.
El precio que pagó ETA por su regreso al terrorismo fue altísimo. En un año cayeron todos sus comandos activos y cuatro cúpulas dirigentes fueron detenidas en tan sólo dos.
El acoso policial era absoluto.
El alejamiento de la izquierda abertzale de ETA, uno de los factores determinantes en la decisión de la banda
Otegi, respaldado por
Rufi Etxeberria y
Rafael Díez Usabiaga, apostó decididamente por el proyecto de polo soberanista. En noviembre de 2009, con Otegi encarcelado de nuevo, la izquierda abertzale presenta en Alsasua y Venecia el documento
Zutik Euskalherria, que recoge su apuesta exclusiva por vías políticas y pacíficas. Lo llevan a debate en sus bases y en febrero de 2010, la izquierda
abertzale aprueba por un 80% frente a un 20% el rechazo a la violencia.
Este hecho marca un hito en el llamado
MLNV y Etxeberria se adelanta a reclamar a ETA a que se pliegue a la petición de las bases de la izquierda abertzale por una votación democrática que le obliga.
A partir de ahí, de febrero de 2010, la izquierda abertzale inicia una administración de los tiempos para convencer a ETA a que cese la violencia. Y lo hace a través de una liturgia para la que cuentan con el abogado surafricano,
Brian Currin, mediador en los conflictos irlandés y surafricano, y al que también había recurrido la izquierda
abertzalecomo asesor en el proceso de paz de 2006.
En febrero de 2011, la izquierda
abertzale sorprende con la presentación de los estatutos de un nuevo partido,
Sortu, en los que rechaza expresamente la violencia de ETA y plantea el reconocimiento de todas las víctimas del terrorismo.
A partir de ahí, la izquierda abertzale se impone sobre ETA. “La decisión de ETA ya está tomada”, dice Rufi Etxeberria, Y todo se acelera. En un primer momento, la izquierda abertzale, cuando Zapatero anuncia el adelanto electoral al 20 de noviembre, opta por esperar a la llegada de un nuevo Gobierno para dar más pasos.
Finalmente, y animada, entre otros, por el
PNV, decide montar la escenografia para preparar el anuncio de ETA de cese definitivo de las armas. El argumento es que conviene avanzar lo suficiente en el proceso para que el nuevo Gobierno tenga muy difícil la marcha atrás.
El acto se escenifica en una Conferencia Internacional en San Sebastián el 17 de octubre. Al día siguiente, la izquierda
abertzale se suma a
la reclamación de la Conferencia a ETA. La Conferencia es la última pista de aterrizaje para que ETA anuncie el cese definitivo.
ETA alardea
de sus asesinatos y emplaza al gobierno a negociar
ETA realizó ayer un anuncio sin precedentes al comunicar que «ha decidido el cese definitivo de su actividad armada» y que «hace un llamamiento a los gobiernos de España y Francia para abrir un proceso de diálogo directo que tenga como objetivo la resolución de las consecuencias del conflicto».
En el comunicado, la organización no anuncia su disolución, de modo que cabe deducir que piensa prolongar su presencia hasta que lo considere conveniente, pero el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, dio el contenido global por bueno, hasta el punto de que proclamó que el texto constituye la certificación del final de ETA.
Lo hizo visiblemente emocionado, vestido de negro, confiriéndole la solemnidad de un comunicado histórico que no admitía preguntas en la sala de prensa del Palacio de la Moncloa. Llamó la atención que el presidente respondiera a la declaración con tanta premura, apenas una hora después de que fuese anunciada. Igual que llamó la atención que la banda, como si se tratase de una cuestión de trámite, recurriera al diario Gara.
Su anuncio, la emoción de su anuncio, fue reforzado por la declaración del presidente del PNV, Iñigo Urkullu, en el mismo sentido. «Es la noticia que esperábamos hace tiempo, la única comunicación que esperábamos de ETA, el anuncio de su final», manifestó exactamente a la misma hora que lo hacía el presidente.
Después, envió su mensaje el lehendakari, Patxi López, a quien esta ocasión sorprendió lejos para ser tan histórica, en un viaje a Estados Unidos. «ETA no ha conseguido ninguno de sus objetivos». En todos los partidos, subyacía la voluntad convenida de no cederle a la banda ni una sola posibilidad de escenificar una victoria.
Todos los partidos quisieron ahogar cualquier mínimo intento que ETA pueda hacer por aparentar un ápice de victoria y ninguno estaba dispuesto a que Bildu se arrogue el relato del fin de la violencia o su papel impulsor de la paz. Y entre todas las declaraciones en este sentido llamó la atención precisamente la del jefe de la oposición cuando señaló que todo se había conseguido «sin ninguna concesión política», a pesar de episodios como la legalización de la coalición impulsada por Batasuna.
En todo caso, si el designio de las encuestas se cumple, el alcance y la administración de la sinceridad de este anunció, así como, en su caso, el cumplimiento de la mayor parte de las condiciones recaerán sobre todo en el líder de la oposición (a menos que el Constitucional se le adelante con algunas medidas). Rajoy saludó la «buena noticia» tras mantener una conversación telefónica con el presidente del Gobierno, pero se mostró más cauto a la hora de esperar acontecimientos y no fue tan lejos como Zapatero, matizó, y habló del «fin de la violencia de ETA».
Todos se acordaron de las víctimas, de los 858 asesinados (829 según las cifras oficiales) por la banda en medio siglo. Aunque éstas reaccionasen de distinto modo. Algunas considerando que se trata de un movimiento «táctico», otras resignadas, y muchas conscientes de que la derrota de la banda como la imaginaban, no era así.
El texto de ETA es menos agresivo que el contenido de los comunicados de las treguas de 1998 y de 2008 -no habla expresamente de independencia, ni insiste en sus aspiraciones por la territorialidad, ni llama por su nombre al derecho de autodeterminación- pero, aun así, encierra pasajes que demuestran que no está dispuesta a darse por derrotada y atribuye a sus años de terror lo que ha conseguido la izquierda abertzale .
ETA no quiere reconocer ni por asomo que ha llegado hasta aquí para nada y alardea: «La lucha de largos años ha creado esta oportunidad. No ha sido un camino fácil. La crudeza de la lucha se ha llevado a muchas compañeras y compañeros para siempre. Otros están sufriendo la cárcel y el exilio. Para ellos y ellas nuestro reconocimiento y nuestro más sentido homenaje», dice.
La banda utiliza lugares comunes, los mismos que lleva proclamando desde hace décadas. «Euskal Herria se está abriendo a un nuevo tiempo político», «estamos ante una oportunidad histórica para dar una solución democrática al secular conflicto político», o, «en adelante, el camino tampoco será fácil» y «ante la imposición [del Estado], que aun perdura» -y esto, antes de ayer se hubiera entendido como una excusa para seguir-, «cada paso, o cada logro, será fruto del esfuerzo».
Y después viene la parte de las reclamaciones. En uno de los párrafos, ETA señala que «el reconocimiento a Euskal Herria y el respeto a la voluntad popular deben prevalecer sobre la imposición. Ése es el deseo de la mayoría de la ciudadanía vasca». Inusualmente, no utiliza el término pueblo vasco. El otro párrafo es el que destina a pedir un diálogo que tenga «por objetivo la resolución de las consecuencias del conflicto». Como «consecuencias del conflicto», ETA entiende solucionar la situación de los presos, de los huidos, de los deportados y las víctimas… de ambos bandos. Y se supone que también se refiere a las armas porque, en ningún momento habla de la comisión de verificación ni tampoco de cómo va a realizar la entrega y la localización de sus zulos o de si va a hacerlo.
Los expertos policiales dudaban anoche sobre si este cese definitivo está condicionado o no a que se cumplan sus enunciados.
Unos consideraban que sí, refiriéndose tanto a las reclamaciones más políticas como a las técnicas; y otros defendían que la organización deja por primera vez para la izquierda abertzale la reclamación de sus aspiraciones políticas. Pero condiciona el mantenimiento del compromiso sobre lo anunciado en su comunicado a que los gobiernos español y francés resuelvan la cuestión de los reclusos o de los huidos.
Este segundo grupo de expertos piensa que, de cualquier forma, los requerimientos técnicos de la organización serían los más fáciles de cumplir si se aplican con suficiente tiempo. Y se está hablando aquí de que el Gobierno deberá buscar, para empezar, el modo de ir sacando a los presos que hayan cumplido las tres cuartas partes de condena, o de anular la doctrina Parot, o de organizar el regreso de los deportados.
ETA -el comunicado fue leído por el jefe del aparato político, David Pla,- sí se refiere a la Conferencia de Paz celebrada en San Sebastián el lunes -al fin y al cabo fue montada para que la izquierda abertzale pudiese solicitar el cese definitivo y la banda pudiera escudarse en una reclamación internacional- y a los cinco puntos aprobados en ella. La considera «una iniciativa de gran trascendencia política» que «reúne los ingredientes para una solución integral del conflicto», pero no va más allá. De hecho, elude suscribirla.
Zapatero, en cualquier caso, no comparte el escepticismo de una parte de los expertos de la lucha antiterrorista. Y lo cierto es que tiene motivos para estar bien informado porque tanto el PSOE como el PSE han estado en contacto permanente con la izquierda abertzale, dialogando y estableciendo los pasos y los compromisos que podían asumirse para llegar a este punto.
El Ejecutivo ha mantenido abiertas las vías con algunos mediadores internacionales que le han venido comunicando los mensajes de ETA y también ha recibido la información procedente del PNV, cuyos dirigentes, que no están dispuestos a que nadie les niegue su parcela de protagonismo en este final, han mantenido un intenso intercambio de información con la izquierda abertzale, a la que ayer, además, ofrecieron su mano para la concordia.
Este comunicado se difunde antes de las elecciones para favorecer a la formación Amaiur, que previsiblemente configurará un grupo parlamentario, y para que el Ejecutivo socialista pueda esgrimir su parte en el logro de la pacificación. Pero también para que algunos de los pasos se lleven a cabo antes de que el PP pueda acceder al Gobierno.
Por cierto que, si las previsiones no se tuercen, hay muchas posibilidades de que sea el Gobierno de Rajoy el que tenga que entenderse con uno o dos grupos vascos pugnando en el Congreso por abanderar las exigencias sobera nistas -con ETA todavía sin haberse disuelto- y con el Ejecutivo que salga de las próximas elecciones autonómicas vascas.
Los sindicatos no logran movilizar ni al 23 por cien de sus afiliados
Los sindicatos no consiguieron movilizar ayer ni a sus propios miembros en la protesta contra la reforma laboral. Según los últimos datos disponibles, las dos principales centrales (UGT y CC OO) tienen 1,2 millones de afiliados, mientras que las cifras de asistencia calculadas por la Policía en las principales ciudades españolas alzanzaron los 275.990 manifestantes –por los 1,3 millones de los convocantes–.
Es decir, que si todos los manifestantes fueran afiliados, ni siquiera habrían representado la cuarta parte de los sindicalistas «de carné» –sólo el 23,3%–. Obviamente, las cifras totales de seguimiento de la protesta incluyen tanto a afiliados como a personas ajenas a las centrales. Los «indignados» del 15-M, que dicen no sentir simpatía ni por los políticos ni por los sindicatos, también acudieron a la protesta al grito de «¡No nos representan! ¡Esquiroles!». También se pudo ver a ruidosos miembros de la formación anarco-sindicalista CNT, especialmente en los momentos previos a la lectura del manifiesto.
El PSOE aprovechó la protesta para escenificar su oposición total al Gobierno de Mariano Rajoy y se alineó con la protesta sindical a pesar de haber dejado el país con 5,3 millones de parados. Los socialistas no mandaron a toda su ejecutiva –faltó el secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba–, pero sí estuvieron presentes el ex ministro de Empleo, Valeriano Gómez, la portavoz del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso, Soraya Martínez, y Diego López Garrido, ex secretario de Estado para la Unión Europea y ex portavoz del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso.
Madrid fue la ciudad que congregó a un mayor número de personas, un optimista medio millón según los convocantes y apenas 50.000 según la Policía. Al grito de «¡Huelga general, huelga general!», la comitiva, encabezada por los secretarios generales de CC OO y UGT, Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez, y los delegados en Madrid de ambas centrales, Javier López y José Ricardo Martínez, respectivamente, partió desde la plaza de Cibeles hacia la Puerta del Sol.
Poco después de las 13:00 del mediodía, el principal reducto de las protestas de la izquierda madrileña se llenó de gente. «¡Esta reforma la vamos a tumbar!», «¡la lucha es el único camino!» u «¡obrero despedido, patrón colgado!» fueron algunas de las consignas que se escucharon en las primeras filas, copadas de sindicalistas, algunos de muy avanzada edad.
En Barcelona, la protesta sirvió a sindicatos y partidos políticos para convertir la manifestación en un plebiscito contra CiU y sus relaciones con el PP. No es de extrañar, pues, que la oposición acudiera al completo, incluso la ex ministra Carme Chacón. Aun así, el descrédito de los partidos que conformaron el tripartito –PSC, ERC e ICV– sigue latente y la manifestación apenas aglutinó a 30.000 personas, según fuentes del departamento de Interior. Bajo el lema «Ni reforma laboral ni recortes», la marcha comenzó poco antes de mediodía y discurrió por el Paseo de Gracia hasta plaza Cataluña.
La manifestación transcurrió sin incidentes salvo un episodio aislado ante la Bolsa, cuando algunos asistentes arrojaron cubos de basura y algún petardo en la entrada. A lo largo de la marcha, los manifestantes corearon consignas como «no es una reforma, es una bomba»
Madrid.- El presidente del Gobierno ha advertido a los sindicatos de que "cumplirá sus compromisos de reformas" con o sin consenso, y que en el primer semestre del año se van a culminar aquellas emprendidas en materia de finanzas, pensiones y empleo.
En la presentación del 'Informe económico de 2010' ante un nutrido grupo de empresarios y con la llamativa ausencia de los representantes de los sindicatos mayoritarios, José Luis Rodríguez Zapatero ha afirmado que la falta de reformas es peor que "la ausencia de consensos amplios para fraguarlas y aplicarlas".
En este sentido, el jefe del Ejecutivo ha dicho que el Gobierno seguirá tratando de alcanzar el mayor grado posible de acuerdo político y con los interlocutores sociales, porque considera que las reformas que antes surten efectos son las "compartidas".
Por esta razón, intentará "hasta el límite de sus posibilidades" los acuerdos para aprobarlas, pero ha insistido en que las reformas "son la clave" para fortalecer el crecimiento de la actividad y alcanzar la recuperación del empleo.
La más inminente, la de las pensiones, verá la luz el próximo 28 de enero. "Tendremos en cuenta las recomendaciones del Pacto de Toledo y de los sindicatos", con quienes se está
negociando en la actualidad, pero el presidente ha insistido en que es
"imprescindible" retrasar la edad de jubilación a los 67 años por "razones demográficas", por el aumento de la esperanza de vida y por la evolución de la pirámide de población. "Actualmente", ha dicho, "hay cuatro personas en edad de trabajar por cada pensionista. En 2050, habrá 1,5 personas".
La reforma de las pensiones será "gradual, progresiva y flexible", teniendo en cuenta el tiempo efectivamente trabajado para poder retirarse con anterioridad a la nueva edad legal de jubilación y en función de la naturaleza del empleo desempeñado.
En cuanto a la reforma laboral, ésta se va a "completar" con las políticas activas de empleo, donde se pondrá el acento en la formación en lugar de los subsidios por desempleo.
Asimismo, el Gobierno "adoptará las medidas necesarias si los agentes sociales no logran un acuerdo en la negociación colectiva", orientada a que los empresarios tengan más facilidad para adaptar las condiciones laborales a la situación económica. Zapatero ha recordado que la actual estructura no se ha cambiado desde hace tres décadas.
Sobre el sistema financiero, el presidente ha reclamado a las cajas fusionadas que ejecuten de forma "rápida y eficaz" sus planes de reestructuración operativa e integración de actividades, lo que incluye el cierre de sucursales y el ajuste de plantillas.
El jefe del Gobierno ha insistido en que, "a pesar de la solidez general de nuestras entidades de crédito", subsisten dudas "sobre su vulneralidad frente a una evolución adversa de la economía y, en particular, de las consecuencias de la crisis del mercado inmobiliario"